domingo, 2 de septiembre de 2007

El Sr. Ferrara y el taller de Goliat, arrivando a Catia...parte IV.





En la 3 primeras imágenes de arriba a abajo se observan los cilindros que el Sr. Ferrara encamiso con un arte prodigioso, (nótese que el cilindro encamisado es el único que difiere de color, Gris o Plata), la foto de abajo es muestra de un torno parecido y mucho mas pequeño que los del taller de Goliat.



Llegando a la zona industrial de Catia, el Sr. Ferrara y el taller de Goliat, parte IV.


La bienvenida nos las dió una calle del corte industrial, como las de las acerías Alemanas o Checoslovacas de la Segunda Guerra Mundial, esa era la calle donde Pascual y este servidor nos encontrabamos, pero UDS. se preguntaran, ¿Cómo es eso? ¿estaban en Europa?, no mis queridos lectores, estábamos en pleno Corazón Industrial de Catia, si vale, como lo acaban de leer, "CATIA".

A nuestra izquierda una cantidad de galpones industriales pegados unos con el otro, todos grises con el típico corte de techo a 2 aguas, con sendos muros con sus ventanales clásicos altos (habían mas ventanas rotas que enteras) y a mi derecha lo mismo, los veía con el asombro de un niño al color granate de un raspa'o mientras pense: " Verga, esta vaina esta arrechisiiiiiiiiiiiiiiiiiimaaaaaaaaaaaaaaaaa" (con mi acento Caraqueño).  Es bastante pintorezco y hasta absurdo que unos metros mas abajo, estos galpones industriales contrasten de manera directa con el pocotón de buhoneros y toda la anarquía que ya les mencioné con anterioridad.

Una vez que llegamos nos encontramos en el clásico pasillito lateral propio de estas arquitecturas, el cual impide el paso por medio de la típica rejita gris oxido, cuando descubro que la misma esta bajo el celo exclusivo de un CANcerbero infernal, esa suerte de bestia feroz que resguarda las instalaciones mas secretas, pero ya vaaaa... este no era ningún Ccancerbero, Pitbull o Bulldog con cara de malo y Pedigree de guardián, nooooo vale, este era un autentico ejemplar de perro de taller, flaco costilludo, de color desconocido y pa'remata de los que te huelen tus partes nobles, Pascual dijo - ese es un PerroGato. -preguntado yo,- y ¿qué es eso?, a lo cual me contesto. - Ah fácil, no se sabe si es Perro o Gato, también el los llama "CAMIER", callejero con mierdero, :).

Una vez pasada la inspección olorosa del PerroGato guardián, entramos al taller y Pascual me presentó al Sr. Ferrara, un Sr. Italiano bastante alto, canoso, de manos grandes y de bigote tinte ocre nicotina, (probable inmigrante de esos que llegaron bajo la dictadura de Pérez Giménez), este Sr. observaba los cilindros mientras Pascual le explicaba que quería que se hiciese, el Sr. Ferrara habló en un tono muy suave y con un acento italiano nos dijo: "No c'é problema, necesito unos días para buscar un tubito que calce y encamisar questo ragazze, recuerdo que yo tuve una motocicleta Triumph Bonneville", una sonrisa picara esbozo mientras seguía observando los cilindros, todos reímos mientras yo imagine las travesuras de este Sr. Ferrara ¿cuántas bambinas se llevaría a punta de Limoncello en su Bonneville?. Volareeeeeeeee oh oh...

Por medio de mi curiosidad me doy cuenta que aquel taller no era nada ordinario, sino uno muy especial, uno del tipo de tierra de gigantes, miro a mi derecha y veo unas bielas de casi 2 mts de altura, a mi izquierda unos pistones de barco que parecían unos pipotes, observo al fondo y reposaba como cola de un dinosaurio un torno gigantesco de 15 mts. de largo, todas las máquinas industriales que pude observar eran enormes piezas de precisión, fresadoras,
prensas, troqueladoras y otras con formas que no pude identificar, estaba fascinado porque en aquel taller se reparaban motores navales y de maquinaria pesada industrial, pues sentí que estaba en el taller de Goliat ya que los unicos "Davises" ahí eramos Pascual, el Sr. Ferrara, sus empleados y yo con mis cilindros Liliputienses.

Pues una vez que dejamos los cilindros al buen oficio del Sr. Ferrara con la promesa de buscarlos en una semana, el viaje de retorno fue exactamente igual al de ida, sólo que esta vez antes de abandonar Catia paramos en varios buhoneros y compramos cebollas, tomates, berro, calabacín, media lechoza, 1 Kgr de ciruelitas, ¿sáben? esas que lo ponen a uno directo y yo por supuesto era el que cargaba todo aquello, parecía un Ekeko, si, el Ekeko monigote en plena autopista a mil millas y de los nervios me harte como media bolsa de las famosas ciruelas de las cuales obtuve su efecto colateral esa misma noche.

Este es el fin de esta historia, aunque después tuve que volver a ir unas 3 o 4 veces más y repitiéndose mis acrobacias cirquescas de parrillero, me siento preparado hasta para hacer una exhibición.


Proximo capitulo, armando el motor.