domingo, 26 de agosto de 2007

¿Catia?, ¿en moto? Noooo chamo, ahi mismito, parte III.






En la primera foto de arriba hacia abajo esta Pascual con una Vespa, en la segunda esta Avila reparando un motorcillo Honda, en la tercera de nuevo Pascual cambiando una llanta y en la última esta el Sr. Ávila posando tipo modelo.

EL épico viaje a Catia en búsqueda de los talleres perdidos, parte III.


¿Y quién dijo que Catia es lejos?, bueno, el caso es que siguiendo con el relato de "Restaurando la Leyenda", les seguiré contando mis peripecias a lo Indiana Jones.

Les coloco parte del dialogo que sostuvimos Pascual y yo, ese soleado día Caraqueño:

CON LOS CILINDROS DESMONTADOS EN LA MANO, PASCUAL Y YO EXAMINAMOS EL INTERIOR DE LOS MISMOS Y ANALIZAMOS EL DAÑO OCASIONADO POR EL AGUA.

JV:- Ummmmm, Pascualino mira como esta el cilindro #3, las paredes internas parecen la textura de un coral, ¿chico, ésta vaina se puede arreglar?.

PASCUAL: Claro José Vicente, mira aquí lo que hay que hacer es encamisar ese cilindro y perro a cXXX, yo te llevo donde un Señooooooor Italiano (Sr. Ferrara), que rectificando es un artista, te vas a quedar loco cuando veas el tallersote que tienen, están en la zona industrial de Catia.

JV: -Verga, ¿sí Pascual?, entonces vamos para allá cuando tu me digas.

PASCUAL: -clarooooooooooo, ya tu vas a ver cuando te encamisen el cilindro, no vas a creer cual es, te lo dejará como original, ve a por los cascos que eso es dándole.

JV: -Liz Taylor, y ¿en qué nos vamos?

PASCUAL: -Ah vaina ¿tú como que estas lento de la platabanda, la testa?, ¿en qué va ser pués?, en moto, Catia en moto es ahí mismito.

ACTO SEGUIDO HEMOS AGARRADO UNA MOTO, SI MAL NO RECUERDO UNA HONDA CB250TWIN QUE UN CLIENTE HABIA DEJADO EN EL TALLER PARA QUE LA USASEN MIENTRAS ESTABA DE VIAJE.

Con una maestría digna de campeonato (casi a lo Cecotto) Pascual y este servidor de parrillero, hemos puesto rumbo a Catia, saliendo del Rosal vía la autopista como quien va para la Guaira, claro nos topamos en el camino con las clásicas vicisitudes de la urbe Caraqueña, los huecos, los charcos y por supuesto, el tráfico, ese cotidiano evento que colabora de manera directamente proporcional, a aumentar los niveles de stress, mal humor y todas las cosas negativas de los usuarios de la red vial de la sucursal del cielo, ¿o del infierno?

Ya en pleno camino Pascual iba a mil millas, mientras yo iba en la parte de atrás con la mano izquierda sujetándome de la parrilla y con la mano derecha llevaba los cilindros, estilo repartidor de pizza a domicilio o mejor aún, tipo mesonero, en una especie de danza macabra entre equilibrio y monigote de circo, como resultado el nivel de mi adrenalina aumentaba, (aunque se que Pascualino es un piloto diestro), pero de todas formas, iba encomendándome a: San Cristóbal el Santo del viajero, San Pedro, San Luis, Chango, Pazuzu, el Panitú y toda aquella entidad superior que me pudiese brindar algún tipo de protección, ya que veía pasar con mucha angustia, mis rodillas cada vez mas cerca de las dos paredes de puertas y retrovisores mientras Pascual se reía y me decía: Agarrateeeeeeeeeeeeeee, !!! Chola, Volante y Vista!!!, y yo: -Ay mamá hasta aquí llegue yo.

La cosa se puso muy pelúa para mi fue cuando pasamos por el túnel de la Planicie, ya que estaba con una gran congestión y la "vereda" por donde transitábamos se me hacía cada vez mas larga y angosta a niveles exponenciales, mientras Pascualino "Agostini" aumentaba la velocidad y de manera muy relajada tarareaba alguna salsa del Sr. La Voe como signo inequívoco de que el que estaba nervioso ahí era solamente yo, el caso es que al final del túnel vi la luz y empalmamos hacia Catia por una salida 200 Mts. justo después del túnel, muy cercana al famoso retén que existió allí con el nombre de la zona, una vez que entramos a Catia la situación con el tráfico no era distinta, todo estaba muy colapsado, la anarquía y el caos estuvieron presente por doquier, gracias si mal no recuerdo a un Mega hueco tipo trinchera, aunado a los conductores que hacen lo que les viene en gana, ahhh si y como olvidar el viaducto caído, que supongo complicaba todo el sector, el caso es que aún en moto la tranca era tan descomunal que a veces quedábamos atrapados entre los dos canales sin poder movernos y yo con mis cilindros a lo mesonero, al final arribamos al taller del Sr. Ferrara, entre alegrías, sudor y smog, donde Pascual me dijo:

"Viste José Vicente, Catia en Moto es ahi mismitoooooooo".


Este cuento es un tributo a todos mis amigos, en especial al Sr. José Ávila y Pascual los cuales me han brindado su apoyo y amistad incondicional en todo momento.

No se pierdan el próximo capítulo de esta Saga, El Sr. Ferrara y el taller de Goliat.